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Para sexismo esto: Perdona si te llamo amor

Defiendo cada una de las reivindicaciones contra el sexismo en los Juegos Olímpicos. Micromachismos, dicen algunos. Pero para machismo, y no precisamente micro, lo de Moccia y sus diferentes adaptaciones. Algún día, si tengo tiempo, escribiré largo y tendido pero, de momento, lo que escribí en su día y publiqué en Fila Siete.



Hay decisiones casi incomprensibles: como la de invertir en la adaptación de un folletín de Moccia (un escritor al que había que encadenar para que no pudiera escribir más panfletos machistas, porque es lo que son debajo de sus capas de azúcar) que ya estaba adaptada, en versión italiana, y poner además como protagonista a un italiano.

La pregunta es, si ya no era necesaria la novela ni la primera película, ¿hace falta la segunda? La respuesta es no. Entre otras cosas porque si la primera era una tv movie muy flojita por lo menos se salvaba por la pareja protagonista, que además de más guapos hablaban italiano.

La versión española, acabemos cuanto antes, es insufrible. La edulcorada historia de un casi cuarentón que vuelve a ilusionarse por la vida gracias a la frescura de una adolescente, está plagada de topicazos y lugares comunes y lo peor es que pretende ser profunda (esas frases en off!).

El resultado en algunos momentos provoca la risa y en el resto, vergüenza ajena. Hay escenas de un artificio y de una sobreactuación que me hicieron sentir en un teatro de fin de curso (y que no se ofendan los teatros fin de curso). Y lo peor, es que el problema no es de los actores sino de un texto y una dirección que quiere dar vida a unos personajes que, afortunadamente, no existen. Yo al menos, en mis ya avanzados años de vida, nunca me he encontrado a cuatro adolescentes juntas tan imbéciles. Y probablemente ustedes tampoco.

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