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Embargos y desencuentros

De vez en cuando, mi TL se llena de razonables quejas. Algunos periodistas que siguen la información de cine en los medios (esta semana confieso que me ha divertido bastante el debate de @olgapereda y @david_martos con @Nuria73 que, al otro lado, piensa lo mismo) protestan, ya digo, con razón, yo también protesto, sobre la costumbre que se está imponiendo de embargar la información sobre las películas que se van a estrenar.

Hay cosas que se entienden y son lógicas y además no hay ni que decirlas. La semana pasada vi una película que se estrena en Navidad y no se me ocurre pedir publicar una entrevista con la protagonista en el número de septiembre. Soy consciente de que la promoción de una peli tiene sus plazos y la suerte es que, como la información sobre cine también tiene sus tiempos y éstos suelen coincidir, lo normal es que todos (periodistas y gente que lleva la comunicación de la película) nos entendamos de maravilla. Porque lo que queremos ambas partes es que se hable de las pelis, cuanto más mejor, y que mucha gente vaya al cine. Al margen de que la peli sea buena o mala, que si es buena mejor, pero si es mala tendremos que tener la libertad de decirlo. Y además a las películas tampoco les viene mal...Normalmente, aquello de que hablen de uno aunque sea mal funciona de maravilla en el cine.

Hace unos meses, en Libertad Digital antes de salir al plató, mientras probaban los micrófonos uno de los productores del programa, me preguntó sobre una película que estaba en cartelera. A mí no me había gustado nada y empecé a destrozarla con vehemencia... con tanta vehemencia y persuasión que cuando terminé mi speech me contestó: "tía, con todo lo que me estás contando no tengo dudas, voy a verla este fin de semana, a ver si es tan mala". Se me quedó cara de tonta y saqué una conclusión, el mejor compañero de una peli mala tendría que ser el silencio.
Por eso se entiende mal que se prohíba hablar de una película (otra cosa es pedir a los periodistas que no desvelen el argumento, pero de esto hablaré quizás en otro post), tuitear un comentario, escribir una opinión...
Ayer, un joven productor que estrenó hace unos meses su primera película, me decía que la información, el marketing, las campañas publicitarias pueden llevar una peli hasta un determinado punto, pero luego la película tiene que andar sola.
Lo importante es la película, el resto solo puede echar una mano, empujar a que se conozca, suscitar la curiosidad... y luego que la peli camine. Cuando quiero callar a ese resto lo único que pienso es: qué mala debe ser la peli. Creo no soy la única que tiene en su cabeza este axioma: a más restricción peor peli. Por eso cuando llego a un pase y me cachean, me hacen firmar un papel y me ordenan que no tuitee me dan ganas de irme, no por dignidad (que también) sino para no perder el tiempo.

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