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A vueltas con la paridad: La boda de mi mejor amiga (I)

Lo reconozco: en los medios en los que trabajo no hay paridad, espero que por eso no los cierren... y me quede en la calle. En Telva las mujeres ganamos por goleada. A la hora de hacer información de cine, empiezo a notar cierta minoría. Y si se trata de escribir crítica, lo que siento es soledad.
La verdad es que tampoco me importa demasiado que no haya paridad: lo que me gusta es que me rodeen buenos profesionales sean hombres o mujeres, y, hablando siempre en el plano laboral, aunque haya cosas de los hombres que me pongan enferma no soy de las que desenfundan la bandera a la primera de cambio (ojo, eso no quiere decir que no esté de acuerdo con muchas de las reivindicaciones del feminismo o que no piense que seguimos viviendo en un país sumamente machista -es evidente- o que es una pena que las mujeres no estemos más presentes en algunos campos, el mío, por ejemplo). Lo único que quiero decir es que a mí me molesta que los machistas existan y trabajen pero no me molesta ni que los hombres vivan ni que trabajen. Es más, me parece perfecto que hagan las dos cosas porque creo que la doble visión -masculina/femenina- enriquece (por eso es una pena que en la crítica de cine haya tan pocas mujeres, pero de eso quizás hablaré en otro post...).
En fin, corto el rollo filosófico que esto venía a cuento porque hay veces que sí que noto en mis carnes la falta de paridad... Por ejemplo, cuando, a la hora de repartir pelis en la redacción, alguien (masculino, casi siempre) dice que no soporta a Sarah Jessica Parker o que no puede con los vampiros melosos y que, por favor, no le pidamos "eso", lo que significa, con otras palabras, que te toca chuparte toda la saga de Sexo en NY y Crepúsculo porque eres mujer y se supone que es cine para mujeres (!!!) y SJP tiene que parecerte cool y suspirar cada vez que Robert Pattinson mueve las pestañas. Todavía recuerdo que, en el pase de la primera de SNY, salí antes de que terminara la película, totalmente abochornada y maldiciendo no haberme llevado las gafas de sol y el traje de camuflaje...
Ahora ya lo he superado y soy capaz de ver mujeres histéricas en la pantalla (o en las butacas) sin torcer el gesto. Habré hecho callo, supongo, aunque no del todo, y hay películas a las que me sigo acercando con pánico mal contenido... por ejemplo, a La boda de mi mejor amiga (continuará)

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