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Los pasos dobles: que venga Frances McDormand y me la explique

La increíble y desconcertante Concha de Oro a Los pasos dobles de Isaki Lacuesta ha vuelto a poner sobre la mesa el debate: parece que a los Jurados de Festivales les encanta premiar películas extrañas. Y en algunos foros se habla de El árbol de la vida, la ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Y lo siento, pero, siendo dos películas diferentes y muy experimentales, no tienen nada que ver. No son comparables. La decisión del Jurado de Cannes me parece ejemplar y elogiable. La del Jurado de San Sebastián, extravagante y denunciable. Una le hace un favor al cine y a los festivales; la otra, un flaco servicio. 
La cinta de Malick se puede entender más o menos pero tiene un código de interpretación muy claro. Eso no significa que, para captarla mejor, haya que investigar un poco en la vida de Malick (que perdió un hermano cuando era joven), haber leído un poco la Biblia (el libro de Job, en concreto, y un poco del Génesis) y estar abierto a un ritmo y lenguaje distinto. Uno puede anhelar una historia menos abierta, de contornos más nítidos, pero la historia está ahí y muchos han llegado a ella (desde la mayoría de la crítica como muchos espectadores). Los hay incluso que han llegado a la historia sin saber explicarla, simplemente por la belleza de la imagen o la música. Cosa que no ocurre en la película de Lacuesta, que ha escondido la historia tanto como Augiéras sus pinturas.
El árbol de la vida habla al espíritu humano y aborda temas universales. Los pasos dobles habla -creo- del arte y solo llegará a unos cuantos eruditos que entiendan de un determinado arte (de hecho, la única persona que me reconoció en Donosti que le había gustado la película fue el dueño de una galería).
El Jurado de Cannes descubrió una joya envuelta de celuloide de la mejor calidad. Una joya extraña, de acuerdo, pero joya al fin y al cabo. Eso es lo que tiene que hacer un Festival de cine (y mira que lo tenía difícil, el mismo año de L’artist o Le Havre). Y el premio ha ayudado a que, en el país de Torrente, la película esté en los primeros puestos de la taquilla. El jurado de San Sebastián ha jugado a vanguardista y rompedor. Y se ha pasado de rosca. 
Pienso que la decepción que puede sentir el público ante esta película no tiene nada que ver con la del público que ha ido a ver la de Malick. Ojalá me equivoque, a lo mejor el público entiende lo que no entendimos en Donosti. Mientras tanto, que venga Frances McDormand y me la explique.


PD: Por cierto, una prueba de que muchos han entendido la película es que hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo algunas críticas. La belleza de la película ha inspirado a más de un crítico que ha sacado del baúl de los recuerdos sustantivos y adjetivos llenos de polvo (porque no los van a utilizar con las comedias de Apatow). Eso si, en este caso, como en otros de películas grandes, de obras maestras, las mejores críticas las han escrito los críticos más cultos: dejo aquí como ejemplo la de Javier Ocaña 

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