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Lo reconozco: tengo debilidad por las películas argentinas.
Simplemente por el título tiendo a darles tres estrellas. Reconozco también que
muchas veces son lentas y que no me cuentan demasiado, pero me lo cuentan tan
bien... Es algo irracional, pero me pasa. Al margen de esto, pienso que no exagero si digo que el
arranque de Medianeras es muy bueno. Ese verborreico repaso a la arquitectura
que termina convenciéndonos de que los hombres y las casas que habitan tienen
más de un punto en común. Como me parece original el planteamiento de la
historia (dos jóvenes tan tecno-conectados como solos que buscan su media
naranja y que quizás la encuentren en su misma manzana) y el tono inicial, que
recuerda mucho a la notable (500) días juntos. Además Pilar López de Ayala es
siempre una garantía y aquí además sorprende con un conseguido acento porteño.
Y entonces, ¿qué le pasa a Medianeras? Que a pesar de sus
interesantes reflexiones, de sus acertadas críticas a una sociedad de la
comunicación que mantiene a muchos incomunicados, de su reparto y de algunas
divertidas soluciones formales (con mucho recurso a la infografía), la historia
no aguanta el metraje y se disuelve como un azucarillo. En Medianeras está muy
clara la idea, el planteamiento, pero se alarga, se embarulla y falla el
desenlace. Es una pena que lo que empieza siendo una película brillante acabe
con y como un vídeo de youtube. Mientras escribía la crítica he confirmado mis sospechas.
Sí, Medianeras antes había sido un corto (que por cierto ha desaparecido de la
red). Y entonces lo entiendo todo.
Por cierto, las medianeras son los muros o paredes que
separan dos casas que están juntas: qué bien titulan los argentinos.
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