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En la fría y aparentemente aséptica Un método peligroso hay
una imagen brutal que -no por casualidad- se repite dos veces. Es una escena
que revela el desequilibrio de una enferma que llegaría a ser una prestigiosa
psiquiatra y la confusión y falta de firmeza de un ya reputado psiquiatra que
se deja arrastrar por la locura de su paciente. Pienso que en esta escena
Cronenberg resume el núcleo de su película: el riesgo de un nuevo método
psiquiátrico, con interesantes hallazgos y no pocos peligros.
Mucho ha tardado el realizador canadiense -siempre dispuesto
a adentrarse en universos morbosos y con una tendencia irrefrenable a poblar
sus películas de personajes con la psique destrozada- en abordar la vida de
Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis.
En concreto, Cronenberg lleva a la gran pantalla la obra de
teatro de Christopher Hampton que, basándose en hechos reales, recrea las
relaciones que mantuvo Freud con uno de sus más valiosos seguidores, Carl Jung,
y con una paciente de éste, Sabina Spielrein.
La película arranca con un Freud instalado en la cincuentena
y con una amplia obra a sus espaldas, un Carl Jung joven, casado y a punto de
tener su primer hijo, y una Sabine post-adolescente y en el borde de la
ruiína psíquica. Tanto en la obra de teatro como en la película, se introduce
otro personaje: Otto Gross, un psiquiatra drogadicto, desequilibrado y
defensor de teorías libertarias sobre el sexo que convence al sensato Jung a
lanzarse a una relación con su paciente.
Al contrario que en el resto de su filmografía -llena de
excesos- y a pesar de lo escabroso de algunas situaciones, Cronenberg adopta
aquí un tono distante y contenido, podría decirse que hasta frío. Lo que
cuenta en la película tiene un interés indudable y, a la vez, sobrecoge;
especialmente si se piensa que la historia no se aparta excesivamente de lo
que ocurrió en realidad.
Freud aparece como un filósofo tan brillante como cerrado
en su cosmovisión: un hombre dispuesto a llevarse por delante a todo aquel
que cuestione su sistema. En el extremo contrario, Jung es un hombre también
brillante, pero mucho más vulnerable e inseguro. Sabine es una mezcla explosiva
de intuición y desequilibrio. La postura de Cronenberg hacia los tres
personajes está tan lejos de la hagiografía como de la crítica feroz.
La cinta expone, muestra, disecciona. Esta aparente
frialdad para exponer hechos tan terribles hace que la historia sobrecoja más.
Detrás de tres de los insignes psiquiatras que echaron a rodar el psicoanálisis
había tres personas con severas fisuras -casi fallas- en su personalidad, en
buena medida propiciadas por el propio método que inventaron.
Como ya hizo en Promesas del Este y Una historia de
violencia, Cronenberg ha vuelto a contar una historia terrible con una puesta
en escena cuidadísima y una pareja de intérpretes muy solventes, Viggo
Mortensen (su actor fetiche) y Michael Fassbender (un valor en alza). El ya
referido tono gélido, el tempo lento -para mi gusto, demasiado- y un discurso
aparentemente aséptico no restan dramatismo a lo que cuenta... quizás, lo
potencian.
PD: Agradezco a @miguelsnh sus sugerencias y textos sobre el psicoanálisis (es la ventaja de tener un "académico" a mano)
Crítica publicada en www.filasiete.com
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