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Millennium según Fincher... me quedo con Zodiac


Mi historia con Millennium es la siguiente: aguanté un par de capítulos de la novela antes de decidir que bastantes crímenes machistas leía en los periódicos como para sumarles los de una novela. En esa época -la del apogeo del best seller- reconozco que llegué a mirar con aprensión a las personas que me decían estar fascinadas con Millennium. ¿Fascinadas con una historia macabra que acumulaba todo tipo de torturas, violaciones y abusos?...sí, ya sé que es un modo de decir y que lo que les fascinaría sería la prosa del sueco pero de todas maneras que a alguien le fascine lo bien que está descrita una cámara de los horrores no deja de parecerme sospechoso. Por eso, el día que leí -en el típico reportajes de lecturas veraniegas- que Gallardón llevaba Millennium en la maleta me preocupé. Y no es que pensara que, impulsado por la lectura, el alcalde se iba a convertir en un asesino en serie, simplemente es que en el tema de la violencia machista prefiero que ni den ideas.
Las pelis sí las he visto -porque de estas es más difícil librarse si te ganas las lentejas con el cine- aunque con los mismos reparos que me produce la novela. La versión sueca me pareció un telefilm, en su día escribí esto: "es un thriller policíaco rodado en clave de cine sueco. Eso, en la pantalla grande, “casa” regular. El thriller necesita ritmo y cierto vértigo y los suecos no lo tienen. Millennium 1 es algo más que una indigesta y decepcionante película policíaca que a ratos parece un morboso e interminable telefilm de sobremesa" y me quedé tan ancha. 
Tenía curiosidad por ver la versión de Fincher, un director que siempre me interesa, a veces me convence y casi nunca me arrebata. ¿Y, entonces, qué? Pues la peli de Fincher está a años luz de la versión sueca... y, con todo, es solo una cinta de calidad media y, con diferencia, de lo peor que ha rodado últimamente el director canadiense. Fincher imprime ritmo a la trama, dirige con brío a la pareja protagonista (añadiendo un epílogo que no estaba en la versión sueca y que acerca definitivamente al espectador a la extraña Salander) y demuestra que es un magnífico editor con un gran dominio del lenguaje visual (los impresionantes títulos de crédito que dan el tono exacto a la escabrosa historia que se nos va a contar son solo un ejemplo). 
El problema es que, precisamente la historia, no es para tirar cohetes. El hallazgo narrativo de Millennium son sus dos personajes protagonistas pero la trama no tiene mucho más interés que un episodio de la señorita Fletcher (regado de morbo, eso si). Se supone que, además de la investigación policiaca, hay una crítica a la sociedad sueca (que la hay) pero como apenas existe ningún personaje o planteamiento que sirva de contrapunto, la crítica se diluye engullida por la crónica de crímenes y aberraciones. Parece que Fincher, consciente de este problema, de falta de historia y drama verdaderamente humano, ha tirado de recetario barato cargando la mano en la violencia y el sexo. 
El resultado es una película de atmósfera intrigante, valiosa visualmente pero, como la sueca, sumamente indigesta y, en el fondo, muy poco original.
Una pena viniendo del director de Zodiac.
Por cierto, Fincher no se ha comprometido a rodar los otros dos libros... veremos

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