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Tachadme de... pero a mí la peli de Anderson me dejó fría... (publicado en Aceprensa)
El nombre de Wes Anderson está
asociado a una excentricidad que limita con el frikismo. Es un realizador con
personalidad en su apuesta visual y sin miedo a adentrarse en territorios
chocantes. En el cine de Anderson predominan los tipos raros, como los dos
preadolescentes que protagonizan esta historia de amor. Él es un boy-scout que
participa en un campamento en una isla de Nueva Inglaterra en el verano de
1965, ella una chica que vive con sus padres en la misma isla. Se enamoran por
carta y deciden fugarse provocando que los adultos (padres, monitores y autoridades
locales) salgan a buscarlos en una estridente operación.
El punto fuerte de la película es su
arranque: colorista, vital, chocante, estridente. Un despliegue de
originalidad. El punto débil es que la historia lo es y el estupendo papel de
regalo que recubre la película pronto desvela que debajo del envoltorio hay
poco regalo: un cuento cínico y bastante simplón para adultos protagonizado por
niños (lo que añade incomodidad a algunos pasajes levemente eróticos o
irreverentes).
El reparto de secundarios es de
lujo… Aunque más lujo aún es tener a estos actores y prácticamente limitarlos a
pasear por la pantalla vestidos de boy-scout. A pesar de esto, Anderson tiene
su público y en el Festival de Cannes hubo gente que le rió mucho la gracia.
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