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Blancanieves: Berger, a hombros


Nunca te habían contado la historia así, dice el eslogan promocional de la película -muda y en blanco y negro- de Pablo Berger. Y suena pretencioso. En primer lugar porque, solo en los últimos meses, nos han contado Blancanieves de dos formas radicalmente distintas, una en clave cómica y la otra a modo de cinta bélica. Y en segundo, porque la estrategia estética de Blancanieves es la misma que The artist, la notable y sobrevalorada ganadora de la última edición de los Oscar.
Suena pretencioso... y, sin embargo, no lo es en absoluto porque esta Blancanieves no solo es superior -y radicalmente diferente- a las otras dos adaptaciones recientes del cuento, sino que le da un par de vueltas a la cinta de los Wenstein.
[...] si la historia es buena, el envoltorio visual parece la obra de un genio. Una fotografía arrebatadora, una banda sonora -apoyada también sobre la base de la mejor música clásica española- soberbia y un montaje más exacto que el de un relojero suizo: clavado al segundo. Hay escenas montadas de tal forma que uno siente el impulso de levantarse de la butaca y gritar olé. Y lo dice alguien que no tiene entre sus virtudes el patriotismo y que siempre abominó de los toros. Alguien que durante las dos horas que duró la película sintió el hechizo de ser española -a pesar de los pesares-, entendió un poco más su historia -con sus claroscuros- y atisbó la belleza de lo que llaman la fiesta. Olé por Berger. Bravo, maestro.
Ana Sánchez de la Nieta
(la versión completa de esta crítica puede leerse en el nº 148 de Fila Siete)

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