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La verdad es que, aunque vaya con prisas y no
me dé demasiado tiempo ni siquiera para cubrir los estrenos de la semana, hay
una cita en junio a la que me gusta asistir, aunque sea solo un rato: El
festival de cine alemán. Casi siempre hay alguna propuesta interesante y este
año, además de la excelente retrospectiva de Margarethe Von Trotta, la cinta
que inauguraba el Festival, Costa Esperanza, pintaba bien. Costa Esperanza es
una película multigénero: es cine histórico, una película de espías, un drama
carcelario y es, sobre todo, una bellísima historia de amor, de las más
emotivas que he visto en mucho tiempo.
Y quizás por aunar tantos géneros lo más
valioso de Costa Esperanza, además de ese final abierto inyectado de optimismo,
es la profunda radiografía del ser humano que esconde la historia. Una historia
que, como avisan los créditos iniciales, no está basada en ningún personaje
real pero que, a medida, que avanza el metraje nos damos cuenta que –a retazos-
podría ser la historia de muchos que sufrieron la dictadura comunista detrás
del Telón de acero y que sobrevivieron gracias a su empeño por mantener la
libertad de sus almas y sus compromisos afectivos.
Protagoniza el atractivo
Alexander Fehling, al que vimos hace unos años en este mismo Festival
interpretando a Goethe. Aquella película no llegó a estrenarse en España…
Esperemos que no pase lo mismo con Costa Esperanza.
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