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Antes del anochecer: Que la saga continúe

Se ha colado con fuerza en el top-ten de la taquilla. Es la saga de moda, la prueba de que hay espacio en la cartelera para el romanticismo.


Crítica publicada en filasiete


Por tradición o costumbre, el verano es tiempo de superhéroes y dibujos animados. Es el tiempo de las sagas. Y no parece, de primeras, el mejor momento para estrenar un drama romántico indie que basa el 90% de su acción en el diálogo de dos individuos.

Pero es que Antes del anochecer, además de ser una película de corte independiente, es algo más. Es el tercer capítulo de una –de momento- trilogía que tiene mucho de saga mitómana y generacional para aquellos que rondan los 40 y conocieron con 20 años a Jesse y Celine en un tren en Viena (Antes del amanecer), los recuperaron, diez años después, magullados sentimentalmente con 30, en Paris (Antes del atardecer) y vuelven a encontrarlos ahora en Grecia, donde Jess y Celine tratan de superar un bache en su ya larga relación.

El esquema de las tres películas es muy similar: largos paseos y conversaciones donde la pareja habla de la vida y la muerte, de arte y de política… pero sobre todo de amor y sexo. El primer capítulo sigue siendo el más valioso por la originalidad y la frescura del planteamiento, la segunda parte resultó más floja y la tercera recupera un poco el pulso. Hay que reconocerle al guión –firmado, como los dos anteriores, por Richard Linklater y los dos actores protagonistas- su capacidad de conectar con el interés del público a través de diálogos aparentemente muy sencillos y alejados de todo artificio que la pareja interpreta con convicción. Al igual que hay que elogiarle que, en plena era del cinismo y en una sociedad que niega la posibilidad de mantener una relación en el tiempo, la historia termine defendiendo como verdaderas historias de amor aquellas que acaban en la tumba (a pesar de los obstáculos que haya por el camino).

¿Y criticarle? Que una cinta que no teme ir contracorriente y defender un romanticismo -que aunque algunos tachen de trasnochado- es bastante realista, y que siempre había mantenido una elogiable elegancia formal se muestre convencional, superficial, ramplona y tosca en su tratamiento del sexo. En este aspecto, se nota excesivamente la mano de Julie Delpy en el guión. Una actriz que, cuando escribe y dirige sus películas, se caracteriza precisamente por este tratamiento desinhibido y frívolo y que protagoniza aquí una gratuita y tonta escena exhibicionista.

A pesar de todo, parece que el éxito de crítica, el cariño del público y la propia historia piden una cuarta entrega: la veremos en diez años, cuando ellos y el público ronden los 50. Que la saga continúe

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