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San Sebastián 2013: La mirada del amor y Enemy, mucho nombre y pocas nueces

Hoy arrancaba el Festival de San Sebastián. Una edición con una misión casi imposible: superar o al menos igualar, la 60 edición, la del año pasado. Un festival redondo donde pudimos ver, por ejemplo, la película ganadora de los Oscar (Argo), la archipremiada Amor, la magnífica Blancanieves y Lo imposible...por decir sólo algunos títulos
Este año, la edición pinta más flojita y, desde luego, como no remonte lo que hemos visto hoy, o mejor dicho, lo que yo he visto hoy, que Dios nos coja confesados.

Yo he comenzado el Festival viendo una película de la sección Zabaltegui Perlas (La mirada del amor). Una película que me ha dado la impresión de que, en vez de un festival de serie A, estaba en el cuarto de estar de mi casa haciendo plan de chicas. La cinta cuenta la historia de una mujer viuda que no ha superado la muerte de su marido y un día encuentra a un hombre físicamente exacto a él. Como, a estas alturas todos imaginaréis, la pareja comienza un idilio. Si no fuera porque los actores se llaman Anette Bening, Ed Harris y Robin Williams costaría entender que esta película hubiera saltado del circuito DVD. En su descargo hay que decir que la película es 100% previsible y que no promete nada que no dé, es decir, que quien entra a ver La mirada del amor sabe bien lo que va a encontrar.

Más sorprendente y mucho más decepcionante ha sido lo de Enemy. Como defensora acérrima de Incendies, una película que me sigue doliendo, esperaba casi con ansia lo nuevo de Villeneuve...y qué duro ha sido el golpe. El canadiense parte de una novela de Saramago, El hombre duplicado, para contar la crisis de identidad de un profesor de universidad que descubre un día que tiene un doble. No he leído la novela de Saramago pero expertos me dicen que tiene su aquel. La película, sin embargo, es una acumulación de sinsentidos, envueltos en una atmósfera pedante, como si para dar profundidad a un argumento -que a ratos parece un episodio de Gran hermano con intercambio de parejas- fuera suficiente hacer unos bruscos fundidos en negro, poner cara de trance y añadirle una banda sonora con predominio de la percusión (tambores, vaya). Si detrás del proyecto no estuviera Saramago, Villeneuve y Gyllenhaal la cinta resultaría una tomadura de pelo. Como están, hay gente que sigue dándole vueltas al genio escondido y el talento subliminal que encierra la película...expresiones socorridas cuando hay que describir la nada.

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