- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Geni tiene un buen trabajo, una posición económica desahogada y un matrimonio feliz… o quizás, tenía… Geni ha superado un grave accidente, las heridas físicas se han curado pero hay otras heridas más difíciles de cerrar. Después de un prometedor debut, la joven cineasta catalana Mar Coll (Tres días con la familia) da un paso de gigante con una película dura, durísima, de ésas que te dejan noqueada y que, al mismo tiempo, o quizás por eso, se quedan en la cabeza durante mucho tiempo.
Dice Coll que ella quería contar el día después de sufrir un trauma, y esto exactamente es lo que cuenta. Que es lo que sucede cuando a los treinta, a los cuarenta o a los cincuenta una vida asentada se derrumba. Y para derrumbarse no hace falta mucho. Un accidente. Una enfermedad. Una crisis. O simplemente la vejez. Y cuando se derrumba te das cuenta de que quizás se ha derrumbado porque el cimiento no era tan sólido como tú pensabas. O a lo mejor sí lo era y la vida consiste en esto. Al fin y al cabo, el seguro a todo riesgo existencial no existe. Y tienes que empezar de nuevo, pero de otra forma. Y el resto están o no. Y en el mejor de los casos, si están, no son tú. Y si eres la contraparte tendrás que hacerlo lo mejor posible, pero siendo consciente de que el ser humano es un ser limitado. Por naturaleza.
Lo duro de la película de Coll es que lo que observas durante 100 minutos en la pantalla te puede pasar a ti, es más, de una forma o de otra, te va a pasar a ti. O, sencillamente, le está pasando ahora a alguien que tienes cerca. La cineasta catalana, ayudada de un convincente reparto, donde destaca una estupenda Nora Navas, y de un guión muy bien escrito, sabe jugar esa baza para involucrar al espectador en una historia que podría ser la de cualquiera. Y una vez situado el espectador a la misma altura que la protagonista, sufre con ella el desconcierto, el desengaño y la distancia infinita que, muchas veces, separa los buenos deseos del efectivo acierto. Una cosa es querer y otra acertar. Una evidencia que forma parte de cualquier biografía y que Mar Coll desarrolla narrativamente con intuición pero también con aspereza, amargura y cierto pesimismo.
El cariño -aunque arañe- cura y para levantar los escombros de una vida no tenemos más remedio que apoyarnos en alguien. Aunque sea limitado (otra vez los límites). Es uno de los pocos reproches que le hago a una película que tiene la gran virtud de activar el pensamiento diseccionando con bisturí, de paso, toda una sociedad que se cree -nos creemos- a salvo por tener una nómina, una pareja y una pequeña corte de aduladores con los que tomarnos una copa a la salida del trabajo. Al final va a resultar que la vida es un poco más compleja…
Publicado en filasiete
Comentarios
Publicar un comentario