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En largo: Los juegos del hambre: Sinsajo Parte 1

Es difícil criticar una película que es la tercera de una saga y que además se estrena a parches (que es lo que pasa a Los juegos del hambre: Sinsajo 1). Así que, sin anestesia, diré que me parece la mejor de las tres películas de una odisea ya de por si más que aceptable. Lo dije en el capítulo 1: Los juegos del hambre es lo que es; una saga juvenil con todos los ingredientes para gustar a esa franja de público que roza la veintena. Pero frente a otros productos que se caracterizan por la vacuidad o por una acción sin sentido, hay en Los juegos dos elementos que la distinguen para bien: una es una épica bien llevada (apoyada en esos ingredientes que no fallan desde que se contaban historias en las cuevas de Altamira: el mal, el bien, el engaño, la valentía y el amor)  y otra es una serie de imágenes sociológicas con las que puede enganchar el público adulto. 

En este tercer capítulo hay mucho de esto último. La acción transcurre ahora en un subterráneo distrito 13 donde un grupo de rebeldes supervivientes preparan una ofensiva contra el Capitolio confiando en que Katniss lidere la rebelión. Pero Katniss está muy afectada por la desaparición de Peeta y por la desconfianza que le provoca observar que algunas de las tácticas que utilizan los rebeldes son las mismas que usa el Capitolio. 

La vertiginosa y ultraviolenta acción de las dos primeras películas se detiene. No significa que no haya persecuciones, batallas o explosiones, que las hay y están bien rodadas y funcionan bien. Pero hay menos. Sinsajo es una película mucho más psicológica, más dialogada, más de personajes (lo que permite lucirse a Jeniffer Lawerence y que sigamos llorando a Seymour Hoffman), más opresiva... y más interesante. Sinsajo habla, mucho más que las anteriores, de los mecanismos de la comunicación y la propaganda, de la importancia de la empatía en el lenguaje político, de la relevancia de la imagen y de lo decisivo que puede resultar una cosa tan simple como un gesto, un color, un himno o  un atuendo para devolver la motivación a un equipo humano. Todo esto aparecía en las películas anteriores pero aquí se desarrolla de una manera mucho más completa y muy eficaz desde el punto de vista narrativo. 

Habrá que terminar de ver la saga para calificar en su totalidad estos Juegos del hambre. Pero mientras termina, y mientras rompe las taquillas en medio mundo, se le puede poner un más que justo notable.

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