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En largo: Nightcrawler

Louis Bloom es un joven vagabundo que sobrevive de pequeños hurtos y busca desesperadamente un trabajo que no llega. Una noche conoce a un grupo de reporteros que graban por las noches escenas de accidentes y crímenes para venderlas a las televisiones, y decide probar suerte.

Escrita y dirigida por Dan Gilroy, esta breve película –rodada sin mucho presupuesto y en 28 días, o mejor dicho, 28 noches– se ha colado en todos los premios importantes, incluida la nominación para el Oscar al guion original. Y lo ha hecho por méritos propios. Gilroy ha rodado un film muy áspero protagonizado por un personaje que es una auténtica rata de alcantarilla, sin ningún tipo de norma moral. Y lo paradójico es que este personaje encuentra un mundo aparentemente respetable –el de los medios de comunicación en los sacrosantos y democráticos EE.UU.– que no solo lo acoge, sino en el que puede progresar y materializar, a su manera, el sueño americano.

La película tiene alguna caída de ritmo que se compensa por el interés de la trama: lo que se cuenta tiene una gran carga de denuncia, de espejo de una sociedad enferma capaz de cualquier cosa por conseguir un punto más de share. Unas buenas interpretaciones, una fotografía –nocturna en un 90%– muy cuidada y un clímax final bien escrito rematan una de las sorpresas más interesantes de esta temporada pre-Oscar.

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