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Oscar 2015: Todo es posible en América ¿por qué no en España?

(Crónica publicada en filasiete)

Todo es posible en América. Reconozco que esa fue mi sensación después de ver y comentar –libreta como quien dice en mano- la larguísima Gala de estos Oscar 2015. Es posible que, al final, gane uno de los favoritos que, en realidad, no lo era tanto. Una comedia satírica que le da un buen derechazo a la industria del cine americano dirigida por un mexicano que también ganó el Oscar a mejor director (una estatuilla que, por cierto, ya se llevó el año pasado otro mexicano y que, por pura estadística, tendría que haber acabado en las manos de cualquier otro).

Ojo que no digo que todo es posible en América porque los Oscar de este año hayan sido especialmente novedosos o sorprendentes. Hubo pocas sorpresas  porque todo apuntaba a que los Oscar “grandes” irían a Boyhood o a Birdman. Y eso pasó. Pero se los llevó Birdman cuando a los académicos les gustan más los dramas y dejaron a Boyhood compuesta y sin novio (a no ser que consideremos novia al Oscar como mejor actriz de reparto a Patricia Arquette, que a estas alturas más que a novia suena a premio de consolación, y de los flojos). El gran perdedor de la noche fue, sin duda, Richard Linklater que veía como su magnífico experimento cinematográfico (12 años rodando el paso del tiempo) se quedaba en nada.

Pero es que el rival era mucho rival, y al final, la Academia dejó de lado la melancolía esteticista de Boyhood para optar por la radical apuesta de un González Iñárritu que ha rodado con el estómago una película que agarra al espectador desde el primer minuto, lo golpea sin ningún tipo de complejo hasta noquearlo, lo enfrenta con la estúpida cultura de la fama y, castigado contra la pared, le grita: “y ahora, te paras y piensas”. Dicho de otra manera, los octogenarios académicos norteamericanos han votado como pasionales latinos. Todo es posible en América. Birdman se llevó 4 estatuillas: película, director, guion original y fotografía. Todas merecidas y en cierto modo incontestables.

Todo es posible en América. También que otro outsider -Wes Anderson- recibiera las mismas estatuillas que Iñárritu por una película un tanto psicodélica (todas las suyas lo son) y con una narrativa a años luz del cine clásico americano. El gran hotel Budapest se llevó 4 premios de los llamadas técnicos (vestuario, maquillaje y peluquería, banda sonora y diseño de producción) y entró por derecho en la categoría de ganadoras de la noche. Categoría en la que también entró la más independiente de las candidatas, Whiplash, que se llevó tres importantes premios (mejor actor de reparto, para J.K. Simmons, mejor sonido y mejor montaje).

Como todo es posible en América, también cabe que en el reparto haya premios absolutamente cantados, galardones que llevaban meses escritos. Es el caso de los Oscar a los mejores actores:  ganaron  Julianne Moore y Eddie Reydmane por sus dos interpretaciones de personajes enfermos. Que la Academia tiene predilección por este tipo de papeles se sabe desde que el cine es cine. Y no pasa nada, ellos dan el Oscar sin despeinarse, sin complejos. Nos gustan estos papeles, ¿y? Dentro de los premios cantados estaba también el de Ida, la película polaca, como mejor película extranjera. Eran galardones tan sabidos que causaba un poco de sonrojo oír que los comentaristas hablaban de la “sorpresa” de Big Hero 6 (como mejor película de animación) o The imitation game (como mejor guion adaptado). Quizás eran menos previsibles… pero de ahí a sorpresa…

Todo es posible en América, y por eso Lady Gaga salió vestida de niña buena homenajeando Sonrisas y lágrimas, que cumple 50 años de su estreno, versionando algunos de sus temas más conocidos y recibiendo con aplausos y abrazos a Julie Andrews, nada más y nada menos. Para sorpresa radical, sin duda ésta.

En América casi todo es posible y la gente no tiene reparo en llorar en público cuando les tocan la fibra. Y se tocó en el momento en el que se interpretó Glory, el tema musical de Selma. Tampoco tienen reparo en agradecer a Dios sus premios o en reivindicar derechos para las mujeres o los negros, sin insultar al vecino.

Una Gala con clase

Y, sí lo siento, ya sé que las comparaciones son odiosas pero voy a comparar los Oscar con nuestra Gala patria. Porque, como en los Goya, la Gala se hizo larga y a ratos aburrida pero tengo que reconocer, y me duele hacerlo por mi visceral antiamericanismo (no me pregunten de dónde viene porque como todo prejuicio es irracional e injusto), que me pareció que los americanos tienen más clase. Y eso fastidia, además de por lo del antiamericanismo dichoso, porque soy de las convencidas de que la cultura europea es superior a la americana. Y si somos más cultos, ¿por qué somos infinitamente más cutres?

La Gala sería aburrida sí, pero empezó con un número musical con clase, los presentadores supieron presentar y desaparecer (sin reclamar sus largos minutos de gloria), el público escuchó el in memoriam con sentidos aplausos igualitarios (y no jaleando a mi bando como si el muerto al que no conozco, o no era de mi equipo de fútbol, siguiera vivo), no hubo insultos ni infantiles nomeajuntos a los políticos y ninguno de los Oscar honoríficos tuvo que sufrir un 50 sombras de Grey como el montaje que se le hizo a Antonio Banderas, que parecía que sus logros interpretativos venían del cine porno. Podemos llamar a todo esto puritanismo y remilgos para no pisar callos, pero lo cierto es que la fórmula funciona y nadie en los Oscar se siente herido. Cuando haces una fiesta tratas de que todo el mundo esté contento: tus íntimos amigos…y los que has invitado por compromiso. A eso se le llama clase.


Así que, un consejo, si hace unas semanas –con motivo de los Goya- pedí a los académicos para la Gala un poco más de ritmo, hoy les pido un poco más de clase. No es tan difícil, luce mucho y, sobre todo, es el camino más fácil para aliar a todo un país –y no solo a una parte- con una industria: en este caso, la del cine. Y en que esto es necesario, creo que estamos casi todos de acuerdo. 

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