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El catalán Marc Recha nos ha regalado, en este último día de Festival, la película más corta, más luminosa y más positiva de toda la edición. Y todo esto se agradece: la duración, la luz y la esperanza. Recha cuenta una historia mínima, la del paseo de un padre con un hijo. Un cara a cara entre Sergi López y Roc Recha (sí, el hijo de Marc que llena la película, qué chaval!). Una larga conversación llena de imaginación, de ternura, de atemporalidad (porque para los niños no existe el tiempo y para un padre sin un móvil tampoco).
Es cierto que la película también puede sufrir esa atemporalidad, que las escenas se alargan quizás excesivamente, que se echa de menos algo más de construcción de diálogos (la película está mitad guionizada y mitad improvisada) pero es tanta la naturalidad, la verdad y la belleza de lo que se cuenta que a Un día perfecto para volar se lo perdono casi todo. Una de mis favoritas de este Festival.
Es cierto que la película también puede sufrir esa atemporalidad, que las escenas se alargan quizás excesivamente, que se echa de menos algo más de construcción de diálogos (la película está mitad guionizada y mitad improvisada) pero es tanta la naturalidad, la verdad y la belleza de lo que se cuenta que a Un día perfecto para volar se lo perdono casi todo. Una de mis favoritas de este Festival.
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