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El famoso escritor Lewis Carroll se llamaba en realidad Charles Dogson. Matemático y pastor anglicano, publicó en 1865 Alicia en el País de las Maravillas, una imaginativa historia protagonizada por una niña que viaja a un extraño mundo poblado por seres más extraños aún. El libro fue un éxito y, poco tiempo después, vio la luz una secuela: A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Burton, con la ayuda de Linda Woolverton (guionista de La Bella y la Bestia y El rey león), ha fusionado -en parte- las dos novelas para contar, con un argumento diferente, una historia sumamente fiel a la obra de Carroll.
El resultado es brillante. Desde el punto de vista audiovisual la cinta es una auténtica fiesta. Burton ha utilizado el 3-D quizás con un poco menos de pericia técnica que Cameron y su Avatar, pero con mucha más justificación narrativa: el árbol de Pandora podía o no ser tridimensional, pero la caída de Alicia a través de la madriguera, después de verla en 3-D, es imposible imaginarla de otro modo.
La recreación del castillo rojo, su grotesca y sombría corte y los sui generis palos de golf, la primera exploración de Alicia por Wonderland, la merienda con el sombrerero loco…; son momentos fascinantes en los que la técnica se pone al servicio del argumento. Como sirven también a la historia la estupenda -aunque quizás excesivamente presente- banda sonora de Danny Elfman, el magnífico vestuario de Colleen Atwood (los cinco vestidos de Alicia son maravillosos, nunca mejor dicho, y el modo de combinarlos con la escenografía es proverbial), la explosiva fotografía de Dariusz Wolski (Piratas del Caribe, Sweeney Todd) y un plantel de intérpretes que, a pesar de sus retoques digitales, siguen siendo actores que actúan (destaca la casi recién llegada Mia Wasikowska y la veterana Helena Bonham Carter, que borda su antipático papel).
Aunque la mayoría de los personajes de los libros aparecen en la película, los lectores de Lewis Carroll echarán de menos muchos pasajes de las novelas y, sobre todo, gran parte del pensamiento profundo, satírico y oscuro que rodea al mundo de Alicia. Para respetar este carácter de la obra sin expulsar espectadores del cine, Burton ha sustituido la mayoría de los imposibles juegos lógicos por una estética abigarrada y tenebrosa y, además, ha añadido grandes dósis de acción a la historia, muy en la línea de Las crónicas de Narnia.
Por su parte, los seguidores de Tim Burton reconocerán -quizás más velados que en otras ocasiones- algunos de los temas constantes de su filmografía: el inestimable papel de la imaginación frente al rigorismo, la importancia de la figura del padre o el valor de la lealtad.
(Crítica publicada en Fila Siete)
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