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Noche real es una
comedia romántica que -basándose en el estallido de júbilo del pueblo inglés al
conocer, el 8 de mayo de 1945, el final de la II Guerra Mundial- fantasea con
la posible idea de que las infantas Isabel y Margarita salieran esa noche de
incógnito a celebrar la victoria con sus conciudadanos. Será una noche de
fiesta pero también de romance y realismo. Un pisar la calle y un estallido de
frescura que nunca vienen mal a quienes están acostumbrados a pisar alfombras y
andan encorsetados respetando el protocolo.
En el cine, hemos visto muchas películas en las que la
realeza decide escaparse y probar como sabe eso que llaman vida normal. Chaplin
interpretó en Un rey en Nueva York a
un monarca destronado que trabaja haciendo anuncios para sobrevivir, las adaptaciones
cinematográficas de la célebre novela de Mark Twain El príncipe y el mendigo –interpretadas por legendarios actores
como Errol Flynn o Oliver Reed- buceaban en los conflictos de cambiar tan
radicalmente de status social. Más cercana en el tiempo, en Su majestad Mr Brown, un secretario de
la reina Victoria será el único capaz
de sacar a la monarca -interpretada por Judie Dench- de su ostracismo gracias a
un “fármaco” tan sencillo como eficaz: salir a montar a caballo y hablar de la
vida real (que no es la de los reyes). En Encantada, Disney se atrevió a sacar
a una princesa (Amy Adams) del país de las hadas para ponerla a patear por las
calles de Brooklyn.
De todas formas, si hay una “huida real” por excelencia es
la de Audrey Herpbun en Vacaciones en
Roma. Gracias a la ayuda de un interesado Gregory Peck, que maneja como
nadie la vespa en el imposible empedrado romano, la princesa no solo conoce el
mundo real sino también el amor.
Porque esa es otra de las claves de las películas de
escapadas reales; sus protagonistas, al bajarse de la carroza, encuentran –como
en Cenicienta- la horma de su zapato. Le sucedió a Lawrence Oliver en El príncipe y la corista donde su
personaje -el gran duque Carlos- se enamora de una alocada cantante de un
famoso cabaret, interpretada por Marilyn Monroe. Como Marilyn, Jodie Foster
consigue enamorar al todopoderoso rey de Sian en Ana y el rey (y de paso le ayuda a modernizar el país) y Julia
Stiles conquista en El príncipe y yo
a un compañero de clase, que aparentemente sobrevive vendiendo hamburguesas,
pero que en la realidad es el heredero a la corona danesa.
Noche real cuenta
con algunas de las notas de estas películas. Hay personajes con carisma que se
debaten entre sus obligaciones políticas y sus ansias de vivir, hay una pizca
de crítica social y política, hay romance, hay, en este caso, mucha música y
baile, hay una excelente reconstrucción de época y hay, junto con Emily Watson
y Rupert Everett, una magnífica actriz protagonista que dará mucho que hablar:
la canadiense Sarah Gadon. Esta atractiva pelirroja de ojos azules llamó la
atención en Un método peligroso,
donde interpretaba a la esposa de Carl Jung, volvió a sorprender en dos
títulos tan indescriptibles como Cosmópolis
y Enemy y la acabamos de ver en
otra película real, La reina Cristina. Gabon
no tiene miedo a los papeles complejos, es camaleónica y sabe ser visceral o
contenida según lo exija el personaje. En Noche
real es una mujer joven, divertida, fuerte, serena y al mismo tiempo
absolutamente adorable. Es una de las grandes bazas de la película. Apunten su
nombre porque lo van a ver bastante.
En resumen: una comedia ligera que ni molesta ni llega a emocionar demasiado. Un divertimento, que se dice.
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