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Un joven ciclista muere atropellado por un coche conducido por un par de amigos que se dan a la fuga. Mientras el conductor culpable se enzarza en una red de mentiras, el padre del joven inicia una búsqueda desesperada para dar con el asesino de su hijo.
Es sorprendente que una historia aparentemente tan trillada dé lugar a un sólido thriller de factura negra y final sorprendente. El debutante argentino Miguel Cohan ha querido reflejar en la pantalla los dilemas éticos que acompañan a la mentira: desde la angustia de tapar un homicidio hasta la anestesia de vivir como si nada hubiera pasado, pasando por el espejismo de quienes buscan chapuceramente un falso culpable para liquidar el expediente, o el que descansa feliz de su coraje ignorando la injusticia que acaba de cometer.
De todo esto habla Sin retorno, una cinta seca, adusta, con pocas concesiones al público y, a pesar de todo, positiva por su decidida apuesta por la integridad ética de los individuos y por el valor de la verdad por encima de conveniencias, apariencias, guiños a la galería y razones sentimentales. La película cuenta además con un reparto de primeros espadas argentinos y una convincente Bárbara Goenaga, que demuestra un estupendo acento porteño.
Detrás de este trabajo están los productores de El secreto de sus ojos y se nota: algo tiene el cine argentino actual que le ha cogido la medida al tradicional -y tan difícil de levantar hoy- film noir. La cinta ganó en la Seminci la Espiga de Oro ex aequo con Copia certificada.
Crítica publicada en Fila Siete
Es sorprendente que una historia aparentemente tan trillada dé lugar a un sólido thriller de factura negra y final sorprendente. El debutante argentino Miguel Cohan ha querido reflejar en la pantalla los dilemas éticos que acompañan a la mentira: desde la angustia de tapar un homicidio hasta la anestesia de vivir como si nada hubiera pasado, pasando por el espejismo de quienes buscan chapuceramente un falso culpable para liquidar el expediente, o el que descansa feliz de su coraje ignorando la injusticia que acaba de cometer.
De todo esto habla Sin retorno, una cinta seca, adusta, con pocas concesiones al público y, a pesar de todo, positiva por su decidida apuesta por la integridad ética de los individuos y por el valor de la verdad por encima de conveniencias, apariencias, guiños a la galería y razones sentimentales. La película cuenta además con un reparto de primeros espadas argentinos y una convincente Bárbara Goenaga, que demuestra un estupendo acento porteño.
Detrás de este trabajo están los productores de El secreto de sus ojos y se nota: algo tiene el cine argentino actual que le ha cogido la medida al tradicional -y tan difícil de levantar hoy- film noir. La cinta ganó en la Seminci la Espiga de Oro ex aequo con Copia certificada.
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