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Solo hay una cosa peor
que el machismo y es el machismo causado por una mujer. Hay mujeres machistas
y, aunque pueda resultar paradójico, hay muchas. Algunas lo son por conformismo
(allá ellas si están cómodas así) y otras por falta de luces. O, si no queremos
ser tan bruscos, por falta de oportunidad. O quizás por las dos cosas. En cualquier caso, tenemos el enemigo en casa.
Las mujeres machistas
son, en el fondo, aquellas que terminan dando la razón a los que ven la vida
encerrada en los márgenes de un estereotipo. No sé si me estoy explicando pero
se explica muy bien con esta película de la que me toca hablar: 7 diosas.
7 diosas tiene los mismos problemas que tenía Sexo en Nueva York, otra
exaltación involuntaria del machismo. La película refleja a unas mujeres
absolutamente imbéciles presumiendo de serlo (mujeres, no imbéciles). Y al
final, la supuesta defensa de la igualdad de la mujer queda reducida a la
defensa de la imbecilidad.
En 7 diosas, como en Sexo en Nueva York, desfila
una tipología de mujeres que yo no he conocido en mi vida. Haber tiene que
haberlas, pero desde luego no son mayoría. Mujeres que dan saltitos y grititos,
que lloran todo el rato porque son muy sensibles, que con cuarenta tacos solo
piensan en seducir apelando a lo más básico y que su mayor reivindicación de
igualdad sexual es hacer esfuerzos denodados en un botellón para terminar como
una cuba (como los vaqueros en los western).
Y a 7 diosas le pasa una cosa todavía peor que a Sexo en Nueva York. En el
fondo, los toques de melena de Sarah
Jessica Parker eran
indignantes pero no ofensivos: nadie se los tomaba en serio. Sin embargo, 7 diosas, en medio de su
vacío y su retrato ridículo de guerra de sexos (¡qué nostalgia de la comedia
clásica!), trata de ser cine social y reivindicativo donde no falte de nada
para subrayar su tesis de modernismo; una especie de cajón de sastre donde
conviven la crítica justa al inmovilismo con la injusta a la tradición, la
defensa del feminismo, de la ideología de género y los guiños al populismo.
Todo mezclado. Y para rematar la jugada, la película termina en drama. Un drama
que ese sí que es ofensivo. Me hirió el final -brutal- de la película. Porque
con la violencia contra las mujeres no se juega. Son cosas demasiado serias
para hacer supuestas películas de tesis. Dejad de defendernos, no necesitamos
este cine feminista.
(Crítica publicada en Fila Siete)
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