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Detrás de Grandes familias está Jean-Paul Rappeneau, que es el director de la inolvidable versión de Cyrano de Bergerac que protagonizó Gérard Depardieu y de muchas cosas más. Aquí presenta una historia muy francesa de esas que le encantan a los galos donde hay líos familiares, hijos ilegítimos que aparecen de repente, herencias envenenadas, mansiones carcomidas por el tiempo, mucho mal rollo y bastante erotismo.
Al margen de estas idas y venidas no hay demasiado fondo en una historia bastante superficial, como gran parte del cine francés, y que deja poco poso. El ritmo lento no ayudará al espectador menos acostumbrado a un cine que se toma su tiempo para contar, en el fondo, la insoportable levedad del ser.
Por otra parte, Grandes familias está bien interpretada por un plantel de caras conocidas y atractivas, tiene una agradable fotografía y un buen acompañamiento musical. En definitiva, una película que se ve bien y se olvida todavía mejor.
Crítica publicada en Fila Siete
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