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La vida secreta de Walter Mitty o el elogio al hombre gris

Walter Mitty es un hombre gris. Trabaja revelando negativos en la revista Life y se evade de su monótona existencia imaginando que protagoniza las aventuras que reflejan las impresionantes fotografías de portada del magazine. Ben Stiller dirige y protagoniza este remake –la cinta original es de 1947– que, con una estética muy similar a la del cine de Michael Gondry, es un ejemplo de película imperfecta… y eficaz.
El guion, centrado en las aventuras de Mitty para encontrar una foto para la portada y ganarse el afecto de la chica, es descompensado y acumulativo, se empantana en algunos momentos y le falta cierta coherencia. La omnipresencia de Stiller tampoco juega a su favor, ni algunas escenas que rozan lo almibarado. Y, dicho esto, la película es sumamente eficaz porque consigue su objetivo: contar de una manera emotiva y amable la historia de un hombre aparentemente mediocre, que hace bien su trabajo, cuida a su madre, necesita la calculadora para llegar a fin de mes y sueña con un amor para toda la vida. Un hombre-sombra de esos que no lucen pero que son imprescindibles para que luzcan otros. Uno de tantos hombres que nuestra realidad ultratecnificada y amante de la forma más que del fondo se está llevando por delante.
La película está contada con una fotografía-póster explosivamente llamativa –como las portadas de Life– y una bella banda sonora que cumple a la perfección lo que se espera de ella: que inyecte optimismo y “buen rollo” y que el espectador salga contagiado de ese –sí, superficial y dulzón pero en el fondo irresistible– homenaje al hombre gris.
Crítica publicada en Aceprensa

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