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Diez años y divorciada: Terror anclado en hechos reales

Nojoom tiene 10 años y vive en Yemen. Una mañana huye de su casa, coge un taxi y se planta en un juzgado. Busca a un juez y le dice que quiere divorciarse. Empieza así una dolorosa narración que es la de muchas menores entregadas en matrimonio cuando todavía juegan con muñecas.
Diez años y divorciada forma parte de ese tipo de cine social que quiere reflejar una realidad que leemos en los periódicos pero a la que a veces nos cuesta poner cara. Un tipo de películas en las que pesa más su valor documental y de denuncia que el estrictamente cinematográfico.
La cinta es muy sencilla, discurre de manera casi lineal con un solo flash-back para contar un acontecimiento clave del pasado, pero tiene dos valores interesantes. El primero, la convincente interpretación de la pequeña protagonista, una niña que habla con los ojos; el segundo, es que el tramo final -el juicio- está tratado con honestidad, sin maniqueísmos. Se aborda la realidad, con dureza, pero se explica también el contexto cultural e incluso legal que hace que algunos -de buena fe- puedan aceptar e incluso defender lo indefendible.
Conocer esos matices ayuda también a entender que sin un giro cultural de 180 grados será muy difícil que algunos países terminen con prácticas inhumanas.
(Crítica publicada en Fila Siete)

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